domingo, 18 de diciembre de 2011

Siempre hemos sido los dos, aunque hubiera más gente. Ahora la casa se llena de gente, de médicos, pero yo siento que seguimos estando los dos solos. Te miro, y se nubla todo lo demás... esté quien esté en la habitación.
Abuela me riñe, y papá... dicen que no te hablo, que me da vergüenza porque siento que hablo sola, pero tú sabes las cosas que te digo cuando estamos los dos solos. Y lloras, te paso la mano por la cara y traspaso tus lágrimas a mis ojos. Si abuelo, lo estoy pasando mal. Nunca le había dado tanta importancia a nada, cuando pasa algo así te das cuenta de lo insignificante que es todo lo demás. Nadie se merece esto, pero tú... menos que nadie.
Hace solamente cinco meses que estábamos en el campo pasando el día, y ahora...seguro que sueñas con todo lo que hemos pasado. Sé que tienes buenos sueños, en las largas hroas que estás en la cama...sé que me quieres como nadie, aunque ya ni siquiera puedas decirmelo.
Abuela es muy fuerte, más de lo que imaginamos. Pero te quiere tanto... daría su vida por ti ahora mismo, sin pensárselo ni siquiera una vez. Te da tres besos por minuto y no te suelta la mano... pienso que nunca lo haría, que se iría contigo si pudiera.
Te vas, lo sé... y no sé como agarrarte, como gritarte que no me dejes sola. Te sigo necesitando como cuando era una niña. Papá me dice que disfrute ahora, que sigues aquí y que no tienes dolores, que no sufres y que yo tengo que ser fuerte para que me veas sonreir siempre.
Sé que cuando no estés sentiré que sigues conmigo cada día, y nunca he creído en nada. Pero creo en ti y no te permitirías nunca dejarme sola.

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